- Año: 2016
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Fotografías:Salva López
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Proveedores: Fusteria I Interiorisme Eduard Vinyes, Instal·Lacions I Manteniment D'aro S.L., KENDRA Espai Creacions. S.L, Triferrum
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Donde hay sombra hay cobijo.
…y en un lugar adecuado se genera convivencia.
Una pareja, una casa tradicional en el Empordà y un deseo.
Las casas deben evolucionar con quienes las habitan. Ana María y Manuel habían decidido vivir el máximo tiempo posible del año en su casa de veraneo en Sant Mori, un pueblo rural situado entre Figueres y Girona, donde una geometría irregular pero alargada lo emplaza entre bosques y prados, ofreciendo a todas las viviendas poder disfrutar del paisaje mediterráneo ampurdanés.
La familia Blasco-Nicolau ya disfrutaba intensamente de la vivienda en los meses calurosos. La piscina ha sido siempre un punto importante de la vida veraniega en la casa, pero su uso se limitaba a la zona de agua, ya que el espacio adyacente, a pesar de su atractivo, era muy poco confortable.
La idea era revitalizar este espacio para convertirlo en el corazón exterior de la vivienda: un punto de encuentro, una sala exterior para la familia. Un lugar bajo la sombra de una pérgola, donde tres generaciones convivieran, charlasen y compartiesen vivencias.
La zona de piscina solía ser el lugar de disfrute y encuentro de toda la familia en verano, pero, con el tiempo y el poco mantenimiento, acabó convirtiéndose en un lugar frío, incómodo y olvidado.
Reposar bajo el sol es uno de los placeres de los espacios abiertos y una pérgola es un refugio de sombra si se desea descansar del sol. Debíamos devolver a esta zona la entidad que tuvo en su día.
Orientada hacia el este, la piscina quedaba rodeada en dos de sus lados por la fachada de la sala principal de la casa y la medianera del vecino que se presenta de manera dura y fría. El resto estaba envuelto de vegetación con vistas a los bosques y prados de Sant Mori.
La respuesta era clara: generar una nueva fachada con sentido de horizontalidad sobre la antigua medianera que abrazase y pudiese dar unidad a ese espacio.
Nuevamente, el desafío proyectual era poder lograr los objetivos usando todos los recursos ya al alcance y limitando el impacto al máximo. La necesidad funcional de construir un gran almacén con fachada al recinto no debía ser un obstáculo, sino uno de los elementos generadores de la estrategia del proyecto. Incluso la reutilización de una merma de losetas de pavimento de otro proyecto realizado por los propietarios debía ser un ingrediente a sumar y no a esconder. Mínima inversión en todos los recursos, máxima transformación en la revitalización de los espacios. Arquitectura contenida para una vida más intensa.
La pieza existente con la que parte el proyecto (50x50cm dejando juntas abiertas) ayuda a ordenar el crecimiento del proyecto, generando una cuadrícula muy marcada y, por la cual, toda la intervención buscará alinearse y respetar esta modulación. Las zonas más nobles como el solárium y el contacto con la sala de estar contrastan con un pavimento de madera maciza que aporta la calidez necesaria al lugar.
Pérgola y almacén conviven bajo un mismo manto de cubierta: un único elemento que trabaja solidariamente y reposa sobre un muro de hormigón. Formado por dos rectángulos metálicos, la estructura sigue las máximas de todo el proyecto: el almacén de 8mx2m formado por UPN-240 y la pérgola de 12,5mx3m formada por UPN-300 quedan unidos por uno de sus lados a través de una UPN-200. Esta línea de contacto se encarga, pues, de asumir todas las solicitaciones del proyecto: conforma una viga compleja de canto sutil (formada por los tres perfiles que ayudan a reducir la flecha), recoge las correderas que configuran la fachada del almacén en su canto inferior y produce el canalón de evacuación de cubierta en su perfil superior. Un elemento, tres misiones cumplidas.
Las correas esbeltas y ligeras de la pérgola proyectan una secuencia de sombras que danzan de forma cambiante sobre el pavimento, reflejando el paso de las horas.
La propuesta de mínimos: un simple elemento horizontal, que genera sombra, transforma de manera radical la percepción de interior y exterior. No es bajo la luz cuando se experimenta la arquitectura, sino a cobijo de su sombra. Los muros o aberturas no son límites, sino una sutil y vibrante frontera creada por sus sombras arrojadas.
El proyecto Blasco-Nicolau es un ejemplo de Mesura. De cómo con una pequeña actuación se puede generar un enorme impacto en el uso y goce de la arquitectura. Un esfuerzo por reducir a lo mínimo lo estrictamente funcional y estructural para lograr la máxima calidad espacial.
El uso inteligente de los materiales disponibles, así como su cuidadosa puesta en obra, permite una actuación transformadora pero, a su vez, tranquila y sobria.